Marganell: 12-5-12


Grup A – MARGANELL “Restaurant El Casot” Tel. 93 835 70 73 – 78 44

ANADA: per Molins de Rei, Pallejà, Sant Andreu de la Barca, Martorell, Abrera, Olesa de Montserrat, Monistrol de Montserrat, mitja pujada a Montserrat i desviació a Sant Cristòfol, ctra. de Marganell, desviació a El Casot i arribada al restaurant.

TORNADA: per Castellbell i el Vilar, La Bauma, Terrassa, Les Fonts, Rubí, Mirasol, Valldoreix, La Floresta, Les Planes, Vallvidrera i Barcelona.

SORTIDA a les 7:30h. del PALAU REAL, 120 Qm. / 1.570 mts.

Crónica de Albert:

Estábamos citados el sábado 12 de Mayo a las 7:30 en Palau Reial, a las puertas de la salida de Barcelona por la parte norte de la Diagonal. Punto de encuentro habitual del grupo cuando las salidas organizadas por el “organizador”- sí, es el mismo que organizó la espectacular salida a Mont Caro – tienen como destino la zona sur de Barcelona.

Las previsiones meteorológicas nos indicaban un día caluroso y la temperatura a primera hora de la mañana hacia presagiar lo que nos esperaba. 15 voluntariosos ciclistas nos dirigimos hacia la montaña de Montserrat en busca de la bendición eterna – aunque más de uno ya había pedido clemencia a la virgen antes subirse a la bici.

Dos de las virtudes del “organizador” es diseñar rutas espectaculares que combinan dureza y paisajes preciosos, y como nos tiene habituados nunca nos defrauda. Esta vez tocaba subir a Montserrat dando una vuelta por su parque natural, así que enfilamos en dirección hacia Martorell hasta llegar a el Congost – punto donde los gallos despliegan su plumaje para demostrar quién es el más fuerte del gallinero -. Tomamos la carretera de Olesa hacia Monistrol a ritmo de confraternidad hasta llegar al desvío hacia el monasterio, y una vez allí empezamos a subir a ritmo suave imitando poco menos que una procesión.

A media subida un letrero indica dirección Marganell, esta carretera nos  introduce en el parque natural y rodea la montaña de Montserrat que se levanta a nuestra izquierda de forma majestuosa y amenazante. A la derecha el valle se abre esplendido con las masías que lo habitan, las cuales forman un cuadro paisajístico que te impregna de libertad y melancolía.

El agua que baja de la montaña pasa por encima de la carretera en algunos tramos, son tramos peligrosos porqué según como pases puedes irte al suelo. Esto es lo que le pasó a uno de los guerreros – por no decir gallos – del grupo, que no pudo evitar resbalar y hacerse un rasguño del calibre 22.

Pasado el susto seguimos en dirección Marganell hasta llegar al desvío de la urbanización “El Casot”. A partir de aquí empieza la segunda de las virtudes del “organizador”, la dureza en su máxima expresión.

La carretera empieza a nivelarse con rampas del 8 y 9 % que serán una constante hasta el primer aviso serio de la subida, la ermita. Este tramo ya es potente porqué los medidores de altura marcan 14, 15 y 20%, y se suaviza dando un respiro entre el 7 y 9 % hasta llegar a un tramo sin asfaltar.

Aquí quién no haya rezado ya no tiene tiempo, vienen 2 kilómetros al 10 y 12% de porcentaje medio sin tregua y con nuevos puntos álgidos al 15, 16 y 20%, una subida muy exigente que acaba dejando sin plumas a cualquiera que haya querido desplumar demasiado pronto.

 A la dureza de sus rampas hay que añadir el mal estado del pavimento. Es un camino cimentado lleno de grietas y agujeros que te obliga a cambiar continuamente la dirección de la bicicleta.

Pasado el sufrimiento extremo llegamos al cruce que nos dirige hacia el monasterio, algunos subirán hasta arriba después de rellenar los bidones de agua bendita en una fuente en forma de milagro. El calor empezaba a ser sofocante ¡!

Bajada hasta el pueblo de Monistrol donde almorzamos y llenamos los depósitos con carburantes diversos. Algunos en forma de tortillas y otros con salchichas del mencionado calibre 22.

Foto de rigor con caras plenas de felicidad radiante ante el paisaje que nos envolvía y el ambiente veraniego que respiraba el pueblo.

La temperatura ya era preocupante, algún indicador descuidado al sol almacenaba datos de hasta 50º.

Acompañados por un viento de cara – viene siendo habitual en todas las salidas – volvimos hacia Barcelona por la carretera de Olesa hasta Molins de Rei,  punto de desvío de todos los integrantes del grupo hacia sus destinos de origen.

Una jornada dura donde las fuerzas estuvieron limitadas por la primera salida con calor extremo y por la paliza en forma de penitencia que quisimos hacer para mitigar nuestros pecados.

Pero destacar el compañerismo de todos y las ganas que tenemos de pasarlo bien, características que son el sello y los principios de todo este gallinero.