Vicente Trueba, “La pulga de Torrelavega”.

Vicente Trueba, “La pulga de Torrelavega”

Vicente Trueba, “Vicentuco” para los cántabros y “La pulga de Torrelavega” para todos los aficionados al ciclismo.

Nació en 1905 en Sierrapando, un núcleo de Torrelavega (Cantabria) y murió, también en Cantabria, un 10 de noviembre como hoy de 1986.

Ha pasado a la historia como el ganador del primer Gran Premio de la Montaña del Tour de Francia, pero veremos que mereció todavía más que eso…

Su carrera deportiva fue corta, interrumpida y recortada por la Guerra Civil.

El sobrenombre de “La pulga de Torrelavega” se lo puso Desgrange, el creador y Director de Tour, que quedó maravillado con aquel pequeño ciclista que subía los puertos de los Pirineos en 1930 mano a mano con los campeones. Trueba medía 1,57m y pesaba 50 kg.

Volvió a participar en el Tour de 1932 y consiguió que la organización le pagara, al menos, una dieta para sus gastos de alojamiento, comida y reparaciones: 50 francos diarios.

En ese Tour de 1932, en la primera etapa pirenaica, bajo una tormenta, fue adelantando a todos los ciclistas en aquella pista embarrada y coronó el Aubisque con dos minutos de ventaja. Se llevó los 2.000 francos de premio. A continuación (pese a que le atropelló un coche entre los dos puertos) coronó segundo el Tourmalet y se llevó 500 francos más.

Y esas exhibiciones de Trueba en 1932 cambiaron la historia del Tour. Desgrange se convenció de que el cántabro era uno de los personajes más fascinantes de la carrera y pensó que sus proezas merecían premio. Así que Desgrange tuvo una idea para reconocer los méritos de Trueba y de otros escaladores puros: en 1933 inventó la clasificación de la montaña, con dieciséis puertos en los que se repartían puntos.

TOUR DE 1933

Ese Tour lo corrieron cinco selecciones nacionales (Francia, Bélgica, Italia, Suiza y un equipo mixto de Alemania y Austria) y 40 ciclistas independientes, que se conocían como “Turista-Routier”, para formar un total de 80 ciclistas.

El “Turista – Routier” no tenía derecho a nada: Si estos corredores pinchaban, rompían la bicicleta o caían al suelo no tenían a nadie para socorrerlos. Tenían que correr con los tubulares y los recambios encima y reparar los pinchazos ellos mismos. Vicente Trueba corrió bajo esta modalidad en los Tours de 1932 y 1933.

Así era muy difícil hacer sombra a los “ases”, pero Trueba lo consiguió en 1933:

Coronó en primer lugar los puertos de Ballon d’Alsace, Galibier, Vars, Braus, Port, Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque.

No es por casualidad que Trueba siempre salga en solitario en las fotos de ese Tour.

Veamos unas cuantas de esas fotos del Tour de 1933:

4ª Etapa: Ballon d’Alsace.

Trueba pasó en cabeza la primera montaña puntuable.

7ª Etapa: Galibier.

                   

¡¡Batió el récord del Galibier en 23 minutos!! (lo subió en dos horas y diez minutos).

Sin proponérselo, inventó esa manera de agarrar el manillar en las ascensiones que hoy es tan habitual (nadie lo hacía hasta que llegó él).

18ª Etapa: Tarbes-Pau

               

Trueba corona en cabeza Tourmalet y Aubisque (foto izquierda) y se dirige a la meta de Pau, con casi dos minutos de ventaja, para tratar de conseguir su primera victoria de etapa.

Pero por el camino encuentra un paso a nivel cerrado (foto derecha) y, pese a que forcejea para tratar de pasarlo, le obligan a esperar a que pase el tren y le alcanzan los perseguidores. Entró el último en el sprint del grupo de escapados y nunca consiguió ganar una etapa del Tour (en aquella época no había llegadas en alto).

Finalmente, ganó la clasificación de la montaña de 1933 y acumuló 56.700 francos en premios (una fortuna)… Y firmó tantos contratos que, sin darse cuenta, llegó incluso a firmar para correr dos carreras en dos países el mismo día.

POST-TOUR de 1933

Ese Tour de 1933 acabó el 23 de julio y el 30 de julio llegó a Barcelona, a la Estación de Francia.

       

Se encontró con miles de seguidores que le esperaban para ovacionarle. Fue al Palau de la Generalitat y tuvo que salir al balcón para saludar al público (foto La Vanguardia).

Por la tarde fue a la plaza de toros donde le dieron una vuelta al ruedo (foto de El Mundo Deportivo) y el torero Bienvenida le brindó una oreja.

Por la noche, en el teatro, tuvo que saludar desde el escenario.

Y AÚN DEBIÓ SER MÁS APOTEÓSICO…

Dejamos para el final lo que sucedió en la 10ª Etapa de ese Tour de 1933, entre Digne y Niza:

Ese día el pelotón se relajó especialmente y sólo 6 ciclistas (Trueba entre ellos) entraron en tiempo de no ser descalificados por fuera de control. Trueba era, de largo, el mejor clasificado de los 6 y, reglamento en mano, debió vestirse de amarillo.

Pero Desgrange no podía permitir que solo seis ciclistas compitieran en las trece etapas que faltaban hasta París, así que ordenó a los jueces que ampliaran el retraso máximo permitido del 8 % al 10 % y de esa manera repescaron al pelotón.

Al final, Trueba terminó el Tour en sexta posición y todos los que quedaron por delante de él en la General estaban en la lista de los que entraron fuera de control aquel día.

Muchos reclamaron su triunfo durante años y, entre ellos, su esposa, Josefina Bedia, que murió a los 100 años en 2015. Ella siempre se empeñó en recordar la injusticia del Tour de 1933. Un par de ejemplos:

Con 90 años Josefina viajó a Pau, a recoger la medalla que el Tour concedió a Trueba a título póstumo. Ese año también asistió a la salida de una etapa de la Vuelta a España. Y en todas las ocasiones aprovechaba algún momento para recordarlo: “Saben que también tenía que haber ganado aquel Tour, ¿no?”

Con 97 años asistió a la presentación del libro sobre el Tour “Plomo en los bolsillos”, en la librería Gil de Santander. Al final de la presentación se acercó al autor (Ander Izagirre) y al editor y les dijo: Saben que también tenía que haber ganado aquel Tour, ¿no?

Josefina Bedia y Ander Izagirre