Salvador Cardona: Primer ganador español en el Tour

Salvador Cardona ha pasado a la historia por ser el primer español ganador de una etapa del Tour de Francia.
Y escogió una etapa mítica para ganar, fue la Bayona – Luchon, el 9 de julio de 1929, la 9ª etapa.En ese Tour de 1929 Cardona acabó 4º, a sólo 36” del podio, en una época en la que las distancias en la clasificación al final del Tour se contaban “por horas”.

La 9ª etapa, de Bayona a Luchon, fue de “sólo” 363 km y acababa con los puertos de Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde.
La etapa salió a las 12 de la noche y Cardona tardó 16 horas y 31 minutos. Entró junto a otro corredor (Fontan) y le sacaron 8 minutos al tercero.

Cardona nació en Alfahuir (Comunidad Valenciana), aunque el Mundo Deportivo del día siguiente se refería a él como “el catalán Cardona” 😮 y le dedicaba esta viñeta:

Habitualmente esa etapa transpirenaica se solía correr en sentido contrario (de Luchon a Bayona).
La primera etapa Luchon – Bayona se corrió en 1910, el año en que el Tour subía por primera vez los Pirineos.

Coppi – Bartali. La foto de la las fotos

Hoy hablaremos por primera vez de dos mitos a los que la Segunda guerra mundial les truncó la carrera y que, pese a todo, marcaron una época en el ciclismo mundial y para Italia fueron un símbolo de “las dos Italias” del momento.

Por un lado el joven Fausto Coppi (Il Campionissimo), elegante, precursor del ciclismo moderno con su alimentación medida al milímetro, con su masajista personal -el ciego Cavana, quien le recomendaba dormir en posición fetal para que los músculos mantuvieran la posición del pedaleo-, sus innovaciones en el material de las bicicletas, la selección de sus coequipiers con reparto de funciones muy precisas. Era el Coppi progresista, adoptado como símbolo por la izquierda italiana, tachado de filocomunista, abucheado por algunos seguidores que pintaban insultos en la carretera porque Fausto había abandonado a su esposa y aparecía en público con otra mujer casada, la misteriosa “dama blanca”. El Papa se negó a repartir su bendición al pelotón del Giro porque entre el rebaño estaba Fausto, la oveja negra.

Por otro lado el viejo Gino Bartali, el león furioso, el atleta corajudo a la antigua usanza que destrozaba a sus rivales con la fuerza bruta, el ciclista racial que nada más cruzar la meta encendía un cigarro, el devoto que levantaba capillas a la Virgen, el símbolo escogido primero por Mussolini como estandarte del fascismo y adoptado después por la democracia cristiana.
De vez en cuando, Bartali enviaba a sus gregarios para que se colaran en la habitación de Coppi y recogieran todo lo que encontraran, frascos, tubos, cajas… A pesar de sus pesquisas, Gino nunca encontró el ingrediente secreto de Coppi. Pero su obsesión le hizo desarrollar teorías extravagantes: sostenía, por ejemplo, que a Coppi se le hinchaba una vena en el hueco trasero de la rodilla derecha cuando marchaba fatigado. Por eso, encargaba a uno de sus gregarios que la vigilara durante las etapas de montaña. Si la vena se hinchaba, Bartali recibía la señal y se lanzaba al ataque.

Entre ellos el pique sobrepasaba incluso la competición: “Si Bartali se compraba un coche nuevo, Coppi se compraba otro más grande”… Pero más allá de sus rencillas, Fausto y Gino se necesitaban. Los dos sabían que esa gran rivalidad creaba expectación, y que la expectación se transformaba en altos contratos para las carreras. El mayor duelo deportivo de la historia también era una máquina de hacer dinero que ambos supieron exprimir. La Gazzetta dello Sport necesitaba a la pareja para vender más ejemplares. Bianchi y Legnano los necesitaban para vender bicis. Los dos tenían muy claro el valor económico de su rivalidad.

Y el pueblo italiano tomó partido por el uno o por el otro. Los italianos eligieron hacerse la guerra a través de estos dos ciclistas.
Esa rivalidad de los dos ciclistas y de las dos Italias quedó resumida en una foto del Tour de 1952 en el Galibier.
La famosa foto del paso del botellín (“passaggio della borraccia”) que se convirtió en una de las imágenes más legendarias del ciclismo.

¿Quién le pasa el agua a quién?
¿Qué Italia acudía al rescate de la otra?
Aquello era una genuflexión en toda regla, un símbolo de debilidad.

La foto es del fotógrafo Carlo Martini para La Gazzetta dello Sport.
Bartali lleva sus dos botellines en la bici y Coppi uno en la mano izquierda. Pero la clave de la duda está en que no es un botellín lo que se cruzan sino una botella de agua (dicen que Perrier, jajaja).
Una botella que seguramente les debieron dar desde la cuneta y que uno de los dos le pasa al otro.
Esa foto hizo correr ríos de tinta en Italia y cuentan que, los más viejos tifosi, aún discuten apasionadamente sobre quién da el bidón a quién.
El fotógrafo nunca quiso aclarar este misterio, Fausto murió muy joven (en 1960) y Bartali negó siempre recibir nada de Coppi: «Se lo di yo», explicaría (el ego de los dos impedía asumir cualquier vulnerabilidad).

Como curiosidad, comentar que la foto original en realidad no era ésta, fue recortada. La foto original, descubierta en el inmenso archivo de un ciclista de pista (Marino Vigna) incluía a Stan Ockers, un belga que terminaría segundo aquel Tour.
Mirando ahora las dos fotos de arriba veo que a la foto de la izquierda (blanco y negro) le han borrado la sombra de la rueda trasera de Ockers, que sí aparece en la portada de la revista.

Para acabar, un descubrimiento reciente: Gino Bartali murió en el año 2000 sin que nadie supiese el lado oculto de su historia, la del corredor que dedicó varios años a salvar la vida de ochocientos judíos. Para ello se valió de su bicicleta: Bartali pedaleaba hasta los conventos, pasaba con su bici a una sala, soltaba el sillín y el manillar y metía los papeles dentro de los tubos de la bicicleta. Después, volvía a las carreteras y recorría las parroquias de la región para entregar los documentos a los curas compinchados, quienes luego se los pasaban a los judíos. Y así, bajo la apariencia de simples entrenamientos, llevaba los papeles de un lado a otro. Era imposible sospechar en aquel momento de uno de los grandes mitos del deporte italiano, del hombre que había conseguido darle a Mussolini el Tour de Francia en 1938.

ESPECIAL LA PURITO DEL A: 11-12-7-2020

Sábado: La Purito Media: La Rabassa, La Gallina, La Comella, Els Cortals
d’Encamp. (100 km. – 3.500 m.)
Escaldes, Andorra la Vella, Sant Julià de Loria (RG), Juberri, La Rabassa (RG), Aixirivall, Sant Julià de Loria (RG), Aixovall (RG), Fontaneda, La Gallina (RG), Beixessarri, Aixovall (RG), Andorra la Vella (RG), La Comella (RG), Encamp (RG), Cortals (RG), Encamp (RG), Escaldes.

Crónica de Jesús:

Catatónico está todavía este relator después del colocón ciclista de éste ya pasado fin de semana.

21 insensatos acudimos a la cita de la especial andorrana del Grupo A entre numerarios, Llebrers y afines. Y llegamos a sufrir tanto como tan bien nos lo pasamos; que no es poco.

Fuimos llegando el viernes por la tarde al Principado, afortunadamente sin incidencias a reseñar, lo cual más que simple normalidad es una estupenda noticia a recalcar, sí, si tenemos en cuenta el gafe que nos venía persiguiendo en las últimas fechas. Viajamos en coche, sí, pero no todos, porque hubo alguno que lo hizo en bici para ir calentando supongo, el mismo que también volvió a Barcelona pedaleando y que, seguramente y como todavía le quedarían ganas y fuerzas, se haría uno o dos “Tibidabos” antes de entrar por la puerta de casa. Hay gente para todo, y luego está el Sr. Elvis. Mulder y Scully tienen que venir a ver a este tipo para sus X-Files.

Nunca había estado en Andorra, en mi imaginario siempre aparecía como una especie de isla de la Tortuga bastión de piratas, de donde se sacaban, ocultos para la aduana, radiocasetes a un precio inconcebible más al sur de la Seu d´Urgell. Todavía conservo como un tesoro el que me trajeron por encargo en los 80. Sin embargo, la gente que vimos al llegar era de los más normal, decepcionante por otra parte, nada de armas a la vista ni corsarios, ni berberiscos. Y encima nos enteramos de que el Sr. Joan Martí era de allí!, no le veía de contrabandista la verdad. Eso sí, el lugar es muy bonito; en invierno al atardecer y con nieve tiene que ser el sumun de lo bucólico y pastoril.

Concentrados ya en el hotel cual “Pros” los saludos de rigor y una cena bien cargadita de hidratos. Porque allí no habíamos ido a comprar productos de electrónica ni tabaco. Para recordárnoslo allí estaba el vociferante jefe de cocina, en pleno rodaje de una edición de “pesadilla en la cocina”. Empero todo muy bueno y en abundancia. Finalmente concluimos la firme candidatura de este tipo a recibir fuego amigo, o algún cuchillo jamonero de espalda a pecho, por cortesía de sus compañeras.  

Durante la cena también nos enteramos y alegramos del éxito de la operación de Sebastián. En todo momento hubo recuerdo para los compañeros que lamentablemente no pudieron venir. Iba por vosotros amigos.

Y llegó el sábado por la mañana. Desayuno homologado para empleados en picar piedra y al lío.

A pesar de su esencia, poco dada a la coordinación con la normativa fiscal de sus países vecinos, Andorra no engaña. Allí o subes o bajas, y además puedes hacerte rápidamente a la idea de lo que hay con sólo un vistazo al horizonte de barreras pirenaicas que flanquean. Sólo una escapatoria, hacia el sur, de donde habíamos venido sin la menor intención de eludir el reto planteado. La huida no era una opción para nadie de los allí presentes.

El primer puerto de la serie fue la Rabassa, que comenzaba cerca del que había sido el barrio de la infancia de Joan Martí. No hay nada como conocer el terreno que pisas, y en su defecto contar con alguien que te lo vaya explicando.

Los kilómetros iniciales castigaban, pero era el inicio y allí nadie se quejaba, pasados unos pocos kilómetros hacia arriba la inclinación bajaba y se podía disfrutar de una subida entre sombras de pinos y pequeños cursos de agua. Una perspectiva ideal: pasar primero lo duro para después poder rodar sin agobios y con fuerzas en reserva.

Justo lo contrario de lo que iba a venir multiplicado a continuación. Nos encaminamos a la famosa Gallina después de la primera y relajada foto del día en la primera cima, tras un descenso rápido y un tanto complicado, por la presencia en el asfalto de acumulaciones de piedras y tierra por el arrastre de las últimas lluvias. En la bajada además encuentro con alguien que subiendo dice “Montjuic!, yo conosssco!”; Era Andrei, un retirado compañero de Llebrers al que algunos conocidos pudieron saludar.   

El segundo del día comenzaba con unas rampas iniciales duras pero asequibles y con más exposición al sol, que calentaba sin llegar a agobiar. Íbamos ascendiendo y prometiéndonoslas tan felices hasta que llegó el cruce fatídico. No me extraña que Pablo se confundiera desviándose hacia la izquierda; lo que venía de frente era como para escapar en cualquier otra dirección.

Tras el recorrido entretenido por revirado que veníamos haciendo apareció una serie infinita de rampas constantes e interminables, en las que al final como premio adicional se podía percibir un aumento de la inclinación. Cuando todavía me llegaba suficiente riego sanguíneo al cerebro recordaba cierto parecido con las dos que hay de este tipo en Bracons, pero aquí había muchísimas más, eternas, cada vez más empinadas, y después de cada curva la esperanza de un descansillo era aplastada por otra peor aún.

Una muy jodida pesadilla de subida; ni en el Tourmalet, ni en el Turó, ni en el Montcaro, ni en ningún otro he llegado a sufrir tanto encima de una bici como aquí, y apuesto a que la mayoría de vosotros pensáis lo mismo. Agónica, infernal, quitadora de afición, cabrona, castradora, fascista, estalinista, oxidante, tóxica, envejecedora…, podría estar así mucho más rato; añadid vosotros más calificativos al gusto.

Pensamientos de poner pie a tierra, del volver al hotel, de qué c… hago aquí con lo bien que se va en moto, y entonces hacer con la mano en el manillar el gesto de abrir gas, pero nada, a lo sumo la liberación a la atmósfera de alguno con evidente efecto dañino para la capa de ozono. Al menos había sombra y el sol no traía penitencia adicional salvo en pequeños tramos. No quiero ni pensar en esa misma subida con solazo encima.

Y mientras iba haciendo “eses”, y alguna “x” también, un silbido que obliga a apartar para dejar paso a unos que va, como si el porcentaje de subida no fuera con ellos,  como un pro; y si además llevan bicis de pro, visten como un pro y huelen como un pro, pues entonces es que igual eran pro´s. Mis dudas metafísicas al respecto quedarían resueltas cuando por fin llegó la cima, donde los agentes del club especialistas en reconocimiento facial determinaron que eran unos tales Marc Soler y Carlos Verona. Hasta se hicieron unas fotos con ellos para celebrar tan gozoso encuentro.

Era cierto que unos pocos últimos kilómetros eran algo más suaves, pero mira por donde en ese tramo el sol picaba más.

Noqueados, sentados en el suelo y apurando bidón y barritas, esperamos la llegada de l@s valientes que quedaban por coronar. Foto de grupo bajo el cartel y a bajar, para descubrir que por ese lado igual el puerto de marras era hasta más duro si cabe. Me hago cruces.

Algo bueno de la montaña andorrana y pirenaica en general es que no hay que preocuparse por el avituallamiento de agua, lo cual se agradece sobremanera. En cualquier punto puedes encontrar fuentes muy bien preparadas con agua que permanece fresquita hasta la siguiente parada.

Tras la Gallina ya no había fuerzas en reserva activa, no había nada! Salvo los flacos, los bien entrenados y los elegidos por la gracia ciclista del Señor, los demás afrontamos la tercera subida en modo supervivencia “on”, y con la sospecha de que Joan Martí, quizá por compasión al vernos tan jodidos, no nos quería decir toda la verdad sobre lo que quedaba.

Comella no es una subida especialmente difícil, tiene su respetable inclinación, pero es corta, y algunos la fuimos subiendo en la creencia y con la ilusión de que al final aflojaba, de acuerdo con el lacónico resumen que nos había hecho al pie D. Jorge Bonell. Sin embargo resulta que no era así, pues los 600 metros finales eran los que más picaban hacia arriba, pero eso ya no importaba, íbamos como zombis: encefalograma plano y resueltos a llegar salvo disparo con escopeta de postas.

 

Ya arriba la foto, las dudas y lo estómagos que ya no toleran ni un solo gel energético más; ¿Quiénes hacéis el último?; ¿Cuántos Kms y cuan duros son, pardiez?!?!; ¿que no hay c… de hacerlo?!?!, sujétame el cubata copón!!. Y aquí Joan Martí que ya guarda un sospechoso silencio…

¡14 Kms con cinco iniciales que son tan duros como la Gallina!. Vale chaval, ya me has dicho bastante. Bajamos; unos directamente al hotel (los sabios), otros decididos a llegar al puerto que quedaba (los máquinas y/o insensatos), y otros que sabíamos que nos faltaba algo, pero que desde luego no era precisamente hacer esa subida (los aguerridos defensores del almuerzo y otros placeres de la vida reñidos con el mantenimiento del peso ideal).

De lo que pasó en Cortals, que así se llamaba la dificultad, no puedo comentar nada, porque fui de los que se limitaron a acercarse a despedir en la base a los que siguieron. Así que lo que allí pasó allí se queda. Sólo reconocer mi admiración por los que lo completaron, entre los que merece especial mención la Sra. Claudia. Ni un segundo se pensó el continuar con toda su garra colombiana cuando otros ya solo veíamos en Encamp las propuestas del bar más cercano. Más que digna representante de las chichas y del sector colombiano del grupo, y todo ello sin restar mérito alguno a l@s demás integrantes de tan selectos clubes, faltaría más.

Hemos de confesar igualmente que Gemma iba también decidida a acabar con ese último puerto, pero prácticamente la raptamos hasta el bar. Gran etapa también la que completó. ¿Y Sergio?, pues otro que tuvimos que convencer casi a la fuerza para que no siguiera, porque de repente empezó a decir que estaba recuperado; hay algo que no me cuadra, pero jamás me meteré en cosas de médicos, y menos aún en cosas de colombianos médicos.

Si Paco, o algún otro de los que también llegó a la cumbre, quiere decir algo, que lo haga ahora o calle para siempre. No sé, algo de porcentajes, desarrollos y esas cosas. Abro paréntesis para ello: (…)

De lo que sí puedo hablar y siempre bien es de las cervezas, los surtidos de ravioli, el chuletón y los postres que nos empujamos en Encamp los desertores de la corona grande. Con diferencia lo más gratificante del día. Una merecida recompensa después de tanto maltrato al aparato digestivo con barritas y porquerías por el estilo. Allí durante un buen rato olvidamos hasta que habíamos llegado en bici y que había que volver, parecía una de esas ocasiones en que te lías y te lías y…

Sólo el cierre de la cocina del bar nos motivó a volver, y en eso estábamos cuando nos encontramos con Jordi R. que volvía de hacer Cortals. El tío tuvo que alucinar al vernos pensando que nos disponíamos a subir entones, hasta que le explicamos lo que ocurría. Con la alegría y la peligrosa velocidad adicional que imprimen unos pocos grados de alcohol en vena, llegamos al hotel justo cuando empezaban a caer unas gotas. Perfecto.   

El hueco de la tarde hasta la cena dio para un rato en la cafetería del hotel, un paseo y unas compras. Nada que declarar Sr. agente.

En la cena nos enteramos de que Josep Maria había vuelto ya a Barcelona, pero que antes nos había dejado pagadas las bebidas, que eran extra. Celebró así con todos su próximo cumpleaños. Muchas felicidades, muchas veces más y muchas gracias gentleman!

Y a dormir, que al día siguiente había trabajo que hacer.

Hasta mañana.

Domingo: La Purito, completar de la media a la larga. Beixalis-Coll d’Ordino. (49 km. – 1.600 m.)

Escaldes, Encamp (RG), Vila, Anyos, Collada de Beixalís (RG)Ordino (RG), Canillo, Encamp (RG), Escaldes 

Crónica de Jesús: nos levantamos, desayunamos, subimos Beixalís y Ordino e hicimos las respectiva bajadas, el paisaje era muy bonito, vimos a unos pros; vuelta al hotel, ducha, recoger y a casa. (Es coña Paco).

La noche del sábado al domingo dormimos bien en Andorra. El tute del día anterior fue un buen somnífero.

Otro desayuno más que completito y a subir. Pero esta vez empezamos con cisma. Mitad de la congregación opto con criterio inapelable por evitar el primer puerto e ir directamente a escalar Ordino. La otra mitad quiso apuntarse también Beixalís para poder contárselo algún día a sus nietos.

El problema para los que se apuntaron al doblete es que Beixalís no era una cuesta cualquiera y se iba a cobrar su particular precio.

Al ver las primeras rampas desde la base me acordé de Sebastián, hubiese salido disparado nada más verlas; es su medio natural, hubiese sido feliz por allí cual borrico en medio de un huerto de berzas. Ya habrá otra ocasión Sebas. La que salió hacia arriba a todo lo que le daba el motor fue Claudia, durísima siempre, ciclista, no esperábamos menos de ella, aunque luego pagaría su osadía en Ordino.

El puerto en cuestión no llegaba a 6 Kms. Tres y pico iniciales duros y los últimos suavizando. Y otra vez la comparación con la dichosa Gallina, que junto con ciertas molestias a la altura de las posaderas hacía pensar más de la cuenta en las posibles consecuencias del esfuerzo del día anterior.

En efecto los primeros kilómetros eran muy duros, las primeras rampas además bajo un sol que sobraba. Más adelante un trazado revirado por un bosque de pinos con abedules infiltrados. Inclinación en aumento de las rampas, pero la sensación era de confianza creciente al ver que los metros iban cayendo y el final del terreno con más pendiente se acercaba. Además, y a diferencia de lo que ocurría en la Gallína, había algún descansillo, mínimo, pero suficiente para recobrar aliento.

Tal y como estaba escrito a partir del Km 3,5 el terreno comenzó a ser más asequible, los cartelitos informativos nos fueron dando sucesivas alegrías hasta llegar arriba. Ya estaba. Ordino tenía que ser más largo pero más fácil. Y así fue.

De Ordino lo peor son los dos primeros kms, que tras la bajada de Beixalís se pasaron rápido. Luego, y hasta el final, los porcentajes eran similares a los de la parte buena del anterior puerto, así que no había mayor complicación. Excepto para algunos a los que el excesivo ímpetu por acabar cuanto antes Beixalís terminó obligándoles a subir más despacio el puerto con el que concluía la aventura Andorrana.

A diferencia de los demás puertos, donde en la cima no había ni Dios o a lo sumo algún que otro ciclista, en Ordino la presencia de un buen número de coches en las cunetas y gente paseando anunciaba el final. Al llegar a la cima la mezcla agridulce que ya conocéis entre satisfacción por el reto superado y melancolía por el buen momento que se iba a acabar.

Además, cuando ya les creíamos en el hotel, allí estaba el resto de la gente esperando y animando a todo el que llegaba. Fue un subidón para los que llegábamos.

Y quedaba el descenso. Tras un falso llano de unos 500m comenzó la bajada de verdad. Y qué bajada!: curvas de herradura, visión perfecta del circuito que iba quedando y abajo un paisaje idílico que parecía hecho en maqueta.

Y tampoco nos íbamos a ir este día sin ver profesionales: Bajando nos encontramos con dos coches de equipo y una grupeta que resultó ser el Bahrain en pleno, algunos portando ruedas lenticulares como si estuviesen en plena contrarreloj por equipos. Finalmente los forenses identificaron a Ion Izaguirre y al gran V. Nibali.  El bueno de Jorge Bonell celebraba en la base el feliz encuentro con una sonrisa, tal que si Mónica Belucci le hubiese dado un par de besos y su número. Algunos juraron haber visto también a varios corredores del Scott.

Y se acabó. Nos libramos de la lluvia que el domingo se anunciaba como muy probable. Bajada rápida hasta el hotel por si aún nos alcanzaba, y allí también rápida la recogida y el desalojo; Que me diga qué le debo y dese prisa, bicis a los coches, mínima despedida y cada mochuelo a su olivo.

P.D.: Ya llegando a Barcelona el que suscribe y sus compañeros de viaje se enteraron de que unos cuantos habían quedado sobre la marcha y habían parado a comer en Ponts…, ¡maaaaal!!!…, ya ajustaremos cuentas…

Epílogo:

“Andorra territorio ciclista”. Este eslogan que hemos visto varias veces en nuestra ruta es plenamente adecuado. Al paisaje, los buenos hoteles y la posibilidad de subir innumerables puertos, hay que añadir también el perfecto estado de las carreteras y el escaso tráfico que nos encontramos. 100% recomendable la escapada.

No puedo dejar de recordar a Sebastián, Paul y Diego que no han podido compartir con todos los demás este fabuloso fin de semana. Mucho ánimo amigos, habrá más ocasiones.

Gracias a Josep María por su invitación y por supuesto a Paco por su dedicación y paciencia. Creo, honestamente, que no somos conscientes del tiempo y las ganas que hay que meter para sacar adelante eventos como el que acabamos de disfrutar.

Entre tanto es difícil que no se de alguna confusión como la que tuvo lugar con Berto y Nuria en la Rabassa. Todos lo lamentamos y por descontado en ningún momento hubo mala fe. Siempre trataremos de mejorar para que en lo sucesivo no vuelva a ocurrir nada parecido.

Y, finalmente, el sincero agradecimiento de vuestro seguro servidor a tod@s l@s integrantes del grupo, por lo bien que me lo paso con vosotros. Ya han pasado casi dos años desde mi incorporación tras el desastre/despropósito de Rodadors, y me siento realmente muy a gusto en el Grupo A. Ya conocía a Sergio, a Paco, a Aris, a Bart y a Tommaso, pero los demás erais unos perfectos desconocidos para mí, sin embargo, ya me parece haberos conocido a la vez. Espero seguir compartiendo ciclismo y otros momentos con vosotros durante mucho tiempo.

Nos vemos.

Más fotos en: https://photos.app.goo.gl/i34SX2ZTiuPcN5KJ9

Enlace a vídeo de entrevistas de la reportera Claudia, de Radio Caracol

EL FARELL: 4-7-2020

ANADA: per litoral, Río Besós, Montcada (RG), Ripollet, Pol. Ind. Santiga, ctra. Sabadell (B-140), Can Roqueta, Torre-Romeu, La Salut, Pedra Santa, Sentmenat (RG), Caldes de Montbui (RG), El Farell i baixada a Caldes de Montbui.

TORNADA: per Palau-Solità (RG), La Llagosta (RG), Cerdanyola (RG), Rabassada (RG) i Barcelona.

SORTIDA: a les 7:30h. de PLAÇA ESPANYA, 111 Qm. / 1.390 mts.

Crónica Jesús Sanz:

No presagiaba nada bueno para la ruta de este fin de semana el 13 de la reserva para el almuerzo.

Siete nos reunimos en Pza. España para la salida, coincidiendo con el B22, lo que trajo al inicio de la marcha los típicos cortes y pequeñas confusiones que retrasaron un poco la marcha hasta el agrupamiento con los 9 que nos esperaban en el litoral.

Llegando a la zona del río, piso húmedo y charcos; luego éramos un grupo demasiado grande por el carril esquivando continuamente a otros ciclistas, caminantes y “runners” del más variopinto pelaje y exceso de peso. Y a mitad del trayecto al lado del Besós el primer percance: pinchazo de Claudia A. (inconcebible llevando como lleva unas Continental!), y en éstas, cuando aún nos estábamos agrupando en espera de la reparación, aparece una buena señora reclamando con vehemencia su metro y medio de dominio marítimo-terrestre exclusivo, el cual al parecer estábamos ocupando ilegalmente. Desde aquí nuestro recuerdo y condolencias para con los clientes de su supermercado habitual y, por supuesto, con su sufrido marido.

Tras salir del cauce y ya en el paseo superior, más apreturas y cruces demasiado cercanos con los demás usuarios. Malas sensaciones. Sin embargo la trampa apareció cuando ya creíamos que había pasado lo más complicado, en una zona llana, recta, amplia, con buen firme y sin tráfico. De repente, en menos de un segundo, tres compañeros que caen, ruido seco de cuadros golpeando el asfalto, bidones rodando, maniobras para esquivar, y al final Diego, Paul y Paco tratando de incorporarse magullados, conmocionados y con el susto recién estrenado.

La peor parte en lo físico se la lleva Diego, fuertes golpes en la cara, el pecho y el brazo; luego sabríamos que tenía la cuarta falange de la mano izquierda fracturada. Paul a primera vista extensas rozaduras y un fuerte golpe en la rodilla izquierda, al final afortunadamente parece que sin mayores consecuencias. Paco más golpes, suma y sigue, pero al menos parece el menos contusionado.

Desde aquí nuestros mejores deseos para una pronta y satisfactoria recuperación de los tres. Un fuerte abrazo amigos.

En lo material es la bici de Paco la que cuenta con la factura más extensa: siniestro total para la rueda delantera y la de atrás al taller. En las demás bicis rozaduras en manetas, sin perjuicio de posterior informe y superior criterio. Pero todo esto es sólo vil metal y carbono. 

Tras la angustia de los momentos inmediatos a la caída los tres accidentados se van incorporando, pero han de volver a casa escoltados por Quique y Jordi Sans. Un aplauso para vosotros compañeros.

Tras la despedida los 11 que quedamos seguimos la ruta, lentos, sin norte y con los pensamientos centrados en lo que acababa de ocurrir. Con la baja de los pájaros-guía habituales alguien tenía que ponerse al frente, y allí estaba Gemma decidida a sacarnos del impase. Bravo.

De pequeño, en el pueblo, pude comprobar que los perros pastores sólo atienden las órdenes de quien es su compañero habitual de trabajo. Hoy los gps´s parecían comportarse de forma similar ante la ausencia de los pilotos habituales. Afortunadamente, no pasamos de pequeñas equivocaciones sin más trascendencia.

La ruta finalmente con demasiados tramos con tráfico intenso hasta llegar al pié del puerto cabeza de cartel del día. Todos menos Juan subimos por la alternativa dura, calor más soportable que el otro día por los once y tras la llegada escalonada a la cima vuelta hasta Caldes por el tramo largo y mejor asfaltado, el que, por cierto, el que suscribe escogerá la próxima vez.

Otro pinchazo de Claudia A., esta vez en la rueda delantera (habíamos hablado de la infalibilidad de las cubiertas Continental?), que termina de arreglar ya en el bar del almuerzo. A continuación, y tras una triste coca-cola, Claudia & Claudia adelantan su retorno a la ciudad. Compromisos previos obligaban.

Los demás, ya reducidos a 9, hacemos un almuerzo completo pero rápido, la cocina cerraba y tampoco había ganas de explayarse.

Para el retorno más carreteras con tráfico intenso e incorporaciones y desvíos recomendables a enemigos. Luego, en una rotonda de lo que parece ser Montcada, Sergi & Sergio encaran Conrería y Vallensana. Los 7 restantes por fin llegamos a pié de Arrabassada, y desde allí sálvese quien pueda. Juan ya se despide al inicio de la subida. El resto ascenso a ritmo tranquilo, con poco tráfico y ni un solo ciclista más (ya no eran horas de estar por allí). Sólo reagrupamos en la rotonda final Javi, Joan, Ángel, Sebastián y el que suscribe. Desde Arriba Sebastián deshizo camino para acompañar a Gemma (en realidad quería hacer más subida), por lo que los sureños decidimos abandonarles a su suerte y seguir para subir todo lo que se podía subir, por iniciativa de Joan. Arriba foto de los “últimos de Tibidabo” y a casa.

Aunque pueda parecer contradictorio, como Ángel y vuestro humilde servidor teníamos ganas de prolongar la salida, tras dejar a Javi en el buen camino a su casa para que no se perdiera nos fuimos a una terracita, a invocar cual chamanes a los espíritus que últimamente parecen estar decididos a darnos por saco. Para ello nos servimos  tres cuencos cada uno de la sagrada pócima de oro (adjunto testimonio gráfico). No nos hemos acercado al record de 6 que juro se alcanzó con los extintos Rodadors, pero esperamos hayan sido suficientes para restablecer el orden cósmico alterado, y que al menos en lo sucesivo y especialmente para la Especial de Andorra mejore la suerte.

Buena semana! Nos vemos en la carretera.

Francisco Chico Pérez

Fotos de su vida profesional (extraídas de la https://pedrodelgado.com/la-perico/la-perico-2014):

Con Ocaña en 1971

Con Merckx en 1973

Con Pedro Delgado en 1998

Con Induráin en 1996

Con Sastre en 2008

Con Contador en 2009

En “La Perico” de 2011

De los días que compartimos con Chico Pérez una afirmación suya que nos llamó mucho la atención:
“EL TOUR, AUNQUE FUERA TODO BAJADA, SERÍA DURO, POR LA PRESIÓN”.