ESPECIAL LA PURITO DEL A: 11-12-7-2020

Sábado: La Purito Media: La Rabassa, La Gallina, La Comella, Els Cortals
d’Encamp. (100 km. – 3.500 m.)
Escaldes, Andorra la Vella, Sant Julià de Loria (RG), Juberri, La Rabassa (RG), Aixirivall, Sant Julià de Loria (RG), Aixovall (RG), Fontaneda, La Gallina (RG), Beixessarri, Aixovall (RG), Andorra la Vella (RG), La Comella (RG), Encamp (RG), Cortals (RG), Encamp (RG), Escaldes.

Crónica de Jesús:

Catatónico está todavía este relator después del colocón ciclista de éste ya pasado fin de semana.

21 insensatos acudimos a la cita de la especial andorrana del Grupo A entre numerarios, Llebrers y afines. Y llegamos a sufrir tanto como tan bien nos lo pasamos; que no es poco.

Fuimos llegando el viernes por la tarde al Principado, afortunadamente sin incidencias a reseñar, lo cual más que simple normalidad es una estupenda noticia a recalcar, sí, si tenemos en cuenta el gafe que nos venía persiguiendo en las últimas fechas. Viajamos en coche, sí, pero no todos, porque hubo alguno que lo hizo en bici para ir calentando supongo, el mismo que también volvió a Barcelona pedaleando y que, seguramente y como todavía le quedarían ganas y fuerzas, se haría uno o dos “Tibidabos” antes de entrar por la puerta de casa. Hay gente para todo, y luego está el Sr. Elvis. Mulder y Scully tienen que venir a ver a este tipo para sus X-Files.

Nunca había estado en Andorra, en mi imaginario siempre aparecía como una especie de isla de la Tortuga bastión de piratas, de donde se sacaban, ocultos para la aduana, radiocasetes a un precio inconcebible más al sur de la Seu d´Urgell. Todavía conservo como un tesoro el que me trajeron por encargo en los 80. Sin embargo, la gente que vimos al llegar era de los más normal, decepcionante por otra parte, nada de armas a la vista ni corsarios, ni berberiscos. Y encima nos enteramos de que el Sr. Joan Martí era de allí!, no le veía de contrabandista la verdad. Eso sí, el lugar es muy bonito; en invierno al atardecer y con nieve tiene que ser el sumun de lo bucólico y pastoril.

Concentrados ya en el hotel cual “Pros” los saludos de rigor y una cena bien cargadita de hidratos. Porque allí no habíamos ido a comprar productos de electrónica ni tabaco. Para recordárnoslo allí estaba el vociferante jefe de cocina, en pleno rodaje de una edición de “pesadilla en la cocina”. Empero todo muy bueno y en abundancia. Finalmente concluimos la firme candidatura de este tipo a recibir fuego amigo, o algún cuchillo jamonero de espalda a pecho, por cortesía de sus compañeras.  

Durante la cena también nos enteramos y alegramos del éxito de la operación de Sebastián. En todo momento hubo recuerdo para los compañeros que lamentablemente no pudieron venir. Iba por vosotros amigos.

Y llegó el sábado por la mañana. Desayuno homologado para empleados en picar piedra y al lío.

A pesar de su esencia, poco dada a la coordinación con la normativa fiscal de sus países vecinos, Andorra no engaña. Allí o subes o bajas, y además puedes hacerte rápidamente a la idea de lo que hay con sólo un vistazo al horizonte de barreras pirenaicas que flanquean. Sólo una escapatoria, hacia el sur, de donde habíamos venido sin la menor intención de eludir el reto planteado. La huida no era una opción para nadie de los allí presentes.

El primer puerto de la serie fue la Rabassa, que comenzaba cerca del que había sido el barrio de la infancia de Joan Martí. No hay nada como conocer el terreno que pisas, y en su defecto contar con alguien que te lo vaya explicando.

Los kilómetros iniciales castigaban, pero era el inicio y allí nadie se quejaba, pasados unos pocos kilómetros hacia arriba la inclinación bajaba y se podía disfrutar de una subida entre sombras de pinos y pequeños cursos de agua. Una perspectiva ideal: pasar primero lo duro para después poder rodar sin agobios y con fuerzas en reserva.

Justo lo contrario de lo que iba a venir multiplicado a continuación. Nos encaminamos a la famosa Gallina después de la primera y relajada foto del día en la primera cima, tras un descenso rápido y un tanto complicado, por la presencia en el asfalto de acumulaciones de piedras y tierra por el arrastre de las últimas lluvias. En la bajada además encuentro con alguien que subiendo dice “Montjuic!, yo conosssco!”; Era Andrei, un retirado compañero de Llebrers al que algunos conocidos pudieron saludar.   

El segundo del día comenzaba con unas rampas iniciales duras pero asequibles y con más exposición al sol, que calentaba sin llegar a agobiar. Íbamos ascendiendo y prometiéndonoslas tan felices hasta que llegó el cruce fatídico. No me extraña que Pablo se confundiera desviándose hacia la izquierda; lo que venía de frente era como para escapar en cualquier otra dirección.

Tras el recorrido entretenido por revirado que veníamos haciendo apareció una serie infinita de rampas constantes e interminables, en las que al final como premio adicional se podía percibir un aumento de la inclinación. Cuando todavía me llegaba suficiente riego sanguíneo al cerebro recordaba cierto parecido con las dos que hay de este tipo en Bracons, pero aquí había muchísimas más, eternas, cada vez más empinadas, y después de cada curva la esperanza de un descansillo era aplastada por otra peor aún.

Una muy jodida pesadilla de subida; ni en el Tourmalet, ni en el Turó, ni en el Montcaro, ni en ningún otro he llegado a sufrir tanto encima de una bici como aquí, y apuesto a que la mayoría de vosotros pensáis lo mismo. Agónica, infernal, quitadora de afición, cabrona, castradora, fascista, estalinista, oxidante, tóxica, envejecedora…, podría estar así mucho más rato; añadid vosotros más calificativos al gusto.

Pensamientos de poner pie a tierra, del volver al hotel, de qué c… hago aquí con lo bien que se va en moto, y entonces hacer con la mano en el manillar el gesto de abrir gas, pero nada, a lo sumo la liberación a la atmósfera de alguno con evidente efecto dañino para la capa de ozono. Al menos había sombra y el sol no traía penitencia adicional salvo en pequeños tramos. No quiero ni pensar en esa misma subida con solazo encima.

Y mientras iba haciendo “eses”, y alguna “x” también, un silbido que obliga a apartar para dejar paso a unos que va, como si el porcentaje de subida no fuera con ellos,  como un pro; y si además llevan bicis de pro, visten como un pro y huelen como un pro, pues entonces es que igual eran pro´s. Mis dudas metafísicas al respecto quedarían resueltas cuando por fin llegó la cima, donde los agentes del club especialistas en reconocimiento facial determinaron que eran unos tales Marc Soler y Carlos Verona. Hasta se hicieron unas fotos con ellos para celebrar tan gozoso encuentro.

Era cierto que unos pocos últimos kilómetros eran algo más suaves, pero mira por donde en ese tramo el sol picaba más.

Noqueados, sentados en el suelo y apurando bidón y barritas, esperamos la llegada de l@s valientes que quedaban por coronar. Foto de grupo bajo el cartel y a bajar, para descubrir que por ese lado igual el puerto de marras era hasta más duro si cabe. Me hago cruces.

Algo bueno de la montaña andorrana y pirenaica en general es que no hay que preocuparse por el avituallamiento de agua, lo cual se agradece sobremanera. En cualquier punto puedes encontrar fuentes muy bien preparadas con agua que permanece fresquita hasta la siguiente parada.

Tras la Gallina ya no había fuerzas en reserva activa, no había nada! Salvo los flacos, los bien entrenados y los elegidos por la gracia ciclista del Señor, los demás afrontamos la tercera subida en modo supervivencia “on”, y con la sospecha de que Joan Martí, quizá por compasión al vernos tan jodidos, no nos quería decir toda la verdad sobre lo que quedaba.

Comella no es una subida especialmente difícil, tiene su respetable inclinación, pero es corta, y algunos la fuimos subiendo en la creencia y con la ilusión de que al final aflojaba, de acuerdo con el lacónico resumen que nos había hecho al pie D. Jorge Bonell. Sin embargo resulta que no era así, pues los 600 metros finales eran los que más picaban hacia arriba, pero eso ya no importaba, íbamos como zombis: encefalograma plano y resueltos a llegar salvo disparo con escopeta de postas.

 

Ya arriba la foto, las dudas y lo estómagos que ya no toleran ni un solo gel energético más; ¿Quiénes hacéis el último?; ¿Cuántos Kms y cuan duros son, pardiez?!?!; ¿que no hay c… de hacerlo?!?!, sujétame el cubata copón!!. Y aquí Joan Martí que ya guarda un sospechoso silencio…

¡14 Kms con cinco iniciales que son tan duros como la Gallina!. Vale chaval, ya me has dicho bastante. Bajamos; unos directamente al hotel (los sabios), otros decididos a llegar al puerto que quedaba (los máquinas y/o insensatos), y otros que sabíamos que nos faltaba algo, pero que desde luego no era precisamente hacer esa subida (los aguerridos defensores del almuerzo y otros placeres de la vida reñidos con el mantenimiento del peso ideal).

De lo que pasó en Cortals, que así se llamaba la dificultad, no puedo comentar nada, porque fui de los que se limitaron a acercarse a despedir en la base a los que siguieron. Así que lo que allí pasó allí se queda. Sólo reconocer mi admiración por los que lo completaron, entre los que merece especial mención la Sra. Claudia. Ni un segundo se pensó el continuar con toda su garra colombiana cuando otros ya solo veíamos en Encamp las propuestas del bar más cercano. Más que digna representante de las chichas y del sector colombiano del grupo, y todo ello sin restar mérito alguno a l@s demás integrantes de tan selectos clubes, faltaría más.

Hemos de confesar igualmente que Gemma iba también decidida a acabar con ese último puerto, pero prácticamente la raptamos hasta el bar. Gran etapa también la que completó. ¿Y Sergio?, pues otro que tuvimos que convencer casi a la fuerza para que no siguiera, porque de repente empezó a decir que estaba recuperado; hay algo que no me cuadra, pero jamás me meteré en cosas de médicos, y menos aún en cosas de colombianos médicos.

Si Paco, o algún otro de los que también llegó a la cumbre, quiere decir algo, que lo haga ahora o calle para siempre. No sé, algo de porcentajes, desarrollos y esas cosas. Abro paréntesis para ello: (…)

De lo que sí puedo hablar y siempre bien es de las cervezas, los surtidos de ravioli, el chuletón y los postres que nos empujamos en Encamp los desertores de la corona grande. Con diferencia lo más gratificante del día. Una merecida recompensa después de tanto maltrato al aparato digestivo con barritas y porquerías por el estilo. Allí durante un buen rato olvidamos hasta que habíamos llegado en bici y que había que volver, parecía una de esas ocasiones en que te lías y te lías y…

Sólo el cierre de la cocina del bar nos motivó a volver, y en eso estábamos cuando nos encontramos con Jordi R. que volvía de hacer Cortals. El tío tuvo que alucinar al vernos pensando que nos disponíamos a subir entones, hasta que le explicamos lo que ocurría. Con la alegría y la peligrosa velocidad adicional que imprimen unos pocos grados de alcohol en vena, llegamos al hotel justo cuando empezaban a caer unas gotas. Perfecto.   

El hueco de la tarde hasta la cena dio para un rato en la cafetería del hotel, un paseo y unas compras. Nada que declarar Sr. agente.

En la cena nos enteramos de que Josep Maria había vuelto ya a Barcelona, pero que antes nos había dejado pagadas las bebidas, que eran extra. Celebró así con todos su próximo cumpleaños. Muchas felicidades, muchas veces más y muchas gracias gentleman!

Y a dormir, que al día siguiente había trabajo que hacer.

Hasta mañana.

Domingo: La Purito, completar de la media a la larga. Beixalis-Coll d’Ordino. (49 km. – 1.600 m.)

Escaldes, Encamp (RG), Vila, Anyos, Collada de Beixalís (RG)Ordino (RG), Canillo, Encamp (RG), Escaldes 

Crónica de Jesús: nos levantamos, desayunamos, subimos Beixalís y Ordino e hicimos las respectiva bajadas, el paisaje era muy bonito, vimos a unos pros; vuelta al hotel, ducha, recoger y a casa. (Es coña Paco).

La noche del sábado al domingo dormimos bien en Andorra. El tute del día anterior fue un buen somnífero.

Otro desayuno más que completito y a subir. Pero esta vez empezamos con cisma. Mitad de la congregación opto con criterio inapelable por evitar el primer puerto e ir directamente a escalar Ordino. La otra mitad quiso apuntarse también Beixalís para poder contárselo algún día a sus nietos.

El problema para los que se apuntaron al doblete es que Beixalís no era una cuesta cualquiera y se iba a cobrar su particular precio.

Al ver las primeras rampas desde la base me acordé de Sebastián, hubiese salido disparado nada más verlas; es su medio natural, hubiese sido feliz por allí cual borrico en medio de un huerto de berzas. Ya habrá otra ocasión Sebas. La que salió hacia arriba a todo lo que le daba el motor fue Claudia, durísima siempre, ciclista, no esperábamos menos de ella, aunque luego pagaría su osadía en Ordino.

El puerto en cuestión no llegaba a 6 Kms. Tres y pico iniciales duros y los últimos suavizando. Y otra vez la comparación con la dichosa Gallina, que junto con ciertas molestias a la altura de las posaderas hacía pensar más de la cuenta en las posibles consecuencias del esfuerzo del día anterior.

En efecto los primeros kilómetros eran muy duros, las primeras rampas además bajo un sol que sobraba. Más adelante un trazado revirado por un bosque de pinos con abedules infiltrados. Inclinación en aumento de las rampas, pero la sensación era de confianza creciente al ver que los metros iban cayendo y el final del terreno con más pendiente se acercaba. Además, y a diferencia de lo que ocurría en la Gallína, había algún descansillo, mínimo, pero suficiente para recobrar aliento.

Tal y como estaba escrito a partir del Km 3,5 el terreno comenzó a ser más asequible, los cartelitos informativos nos fueron dando sucesivas alegrías hasta llegar arriba. Ya estaba. Ordino tenía que ser más largo pero más fácil. Y así fue.

De Ordino lo peor son los dos primeros kms, que tras la bajada de Beixalís se pasaron rápido. Luego, y hasta el final, los porcentajes eran similares a los de la parte buena del anterior puerto, así que no había mayor complicación. Excepto para algunos a los que el excesivo ímpetu por acabar cuanto antes Beixalís terminó obligándoles a subir más despacio el puerto con el que concluía la aventura Andorrana.

A diferencia de los demás puertos, donde en la cima no había ni Dios o a lo sumo algún que otro ciclista, en Ordino la presencia de un buen número de coches en las cunetas y gente paseando anunciaba el final. Al llegar a la cima la mezcla agridulce que ya conocéis entre satisfacción por el reto superado y melancolía por el buen momento que se iba a acabar.

Además, cuando ya les creíamos en el hotel, allí estaba el resto de la gente esperando y animando a todo el que llegaba. Fue un subidón para los que llegábamos.

Y quedaba el descenso. Tras un falso llano de unos 500m comenzó la bajada de verdad. Y qué bajada!: curvas de herradura, visión perfecta del circuito que iba quedando y abajo un paisaje idílico que parecía hecho en maqueta.

Y tampoco nos íbamos a ir este día sin ver profesionales: Bajando nos encontramos con dos coches de equipo y una grupeta que resultó ser el Bahrain en pleno, algunos portando ruedas lenticulares como si estuviesen en plena contrarreloj por equipos. Finalmente los forenses identificaron a Ion Izaguirre y al gran V. Nibali.  El bueno de Jorge Bonell celebraba en la base el feliz encuentro con una sonrisa, tal que si Mónica Belucci le hubiese dado un par de besos y su número. Algunos juraron haber visto también a varios corredores del Scott.

Y se acabó. Nos libramos de la lluvia que el domingo se anunciaba como muy probable. Bajada rápida hasta el hotel por si aún nos alcanzaba, y allí también rápida la recogida y el desalojo; Que me diga qué le debo y dese prisa, bicis a los coches, mínima despedida y cada mochuelo a su olivo.

P.D.: Ya llegando a Barcelona el que suscribe y sus compañeros de viaje se enteraron de que unos cuantos habían quedado sobre la marcha y habían parado a comer en Ponts…, ¡maaaaal!!!…, ya ajustaremos cuentas…

Epílogo:

“Andorra territorio ciclista”. Este eslogan que hemos visto varias veces en nuestra ruta es plenamente adecuado. Al paisaje, los buenos hoteles y la posibilidad de subir innumerables puertos, hay que añadir también el perfecto estado de las carreteras y el escaso tráfico que nos encontramos. 100% recomendable la escapada.

No puedo dejar de recordar a Sebastián, Paul y Diego que no han podido compartir con todos los demás este fabuloso fin de semana. Mucho ánimo amigos, habrá más ocasiones.

Gracias a Josep María por su invitación y por supuesto a Paco por su dedicación y paciencia. Creo, honestamente, que no somos conscientes del tiempo y las ganas que hay que meter para sacar adelante eventos como el que acabamos de disfrutar.

Entre tanto es difícil que no se de alguna confusión como la que tuvo lugar con Berto y Nuria en la Rabassa. Todos lo lamentamos y por descontado en ningún momento hubo mala fe. Siempre trataremos de mejorar para que en lo sucesivo no vuelva a ocurrir nada parecido.

Y, finalmente, el sincero agradecimiento de vuestro seguro servidor a tod@s l@s integrantes del grupo, por lo bien que me lo paso con vosotros. Ya han pasado casi dos años desde mi incorporación tras el desastre/despropósito de Rodadors, y me siento realmente muy a gusto en el Grupo A. Ya conocía a Sergio, a Paco, a Aris, a Bart y a Tommaso, pero los demás erais unos perfectos desconocidos para mí, sin embargo, ya me parece haberos conocido a la vez. Espero seguir compartiendo ciclismo y otros momentos con vosotros durante mucho tiempo.

Nos vemos.

Más fotos en: https://photos.app.goo.gl/i34SX2ZTiuPcN5KJ9

Enlace a vídeo de entrevistas de la reportera Claudia, de Radio Caracol